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¿Hay algún lector interesado en fotografía gastronómica? ¡Pues estás de enhorabuena! Esta semana estrenamos una nueva serie de testimoniales especializados en este tipo de fotografía. Para ello, contamos con un fotógrafo experto en este sector. No podía ser otro que Pablo Gil.

Pablo cuenta con más de 20 años de experiencia en el sector, y trabaja con clientes tan selectos como El Corte Inglés, Deliveroo, Heineken, Naturhouse… Además, realiza las editoriales para algunos de los chefs con Estrellas Michelín más importantes de España.

Hoy empezamos la serie con una detallada descripción de su flujo de trabajo en un encargo gastronómico. Bon appetit!

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‘La fotografía gastronómica es una de las ramas más atractivas dentro de la fotografía, une dos mundos a menudo muy pasionales, llenos de creatividad y sentimiento. Grandes fotos, fruto de la sinergia entre dos artistas, el chef y el fotógrafo, aunque como veremos en esta y otras entradas, detrás de las mejores fotos gastronómicas suele haber un amplio equipo. Decoradores, estilistas, encargados de producción, ayudantes de fotografía, ayudantes de cocina, etc…’

Entender quién es tu cliente

Entender quién es tu cliente será básico para experimentar una sesión exitosa. En mis años de experiencia he visto infinidad de tipos de clientes, hay de todo evidentemente, pero para simplificar podría reducirlos a sólo dos tipos. Uno sería el Hostelero Empresario, el cual no tiene un especial interés por la comida, nada más allá del puro negocio. Le da lo mismo vender comida, que vender ropa, o cualquier otro producto. No por eso es peor cliente, pero tiene una visión distinta. Otro tipo sería el Chef que se ha convertido en empresario, su propio jefe. Su restaurante o restaurantes son nada más y nada menos que un hijo más. La forma de entenderlos es extremadamente diferente y es fundamental entender sus necesidades.

Con el Empresario Hostelero, llevaremos a cabo el trabajo de una forma más aséptica y siempre muy profesional, con pasión contenida y buscando siempre completar los objetivos que se nos marcan. Aportaremos sugerencias, y haremos un trabajo proactivo, ya que este tipo de cliente generalmente desconoce gran parte de los temas esenciales a la hora de completar el trabajo fotográfico gastronómico. En este caso nos convertimos en asesores además de fotógrafos, y todo suele salir muy bien. Las complicaciones con estos clientes vienen generalmente cuando no se establecen bien las referencias previas de cómo se verán los resultados. Sobre todo, porque a la hora de llevar a cabo la sesión no será él quien lo esté supervisando, sino un empleado suyo, el cual puede tener otros criterios.

Con el Chef empresario, la forma de actuar cambia mucho. El cliente se convierte en una especie de compañero, pero su carga emocional e implicación suben la apuesta, y la sesión se convierte en algo muy personal. Cuando el propietario es el Chef, los platos con que vamos a trabajar son sus creaciones y nuestras propuestas deberán ser muy respetuosas. Hay que tener en cuenta que el Chef ha elaborado su plato de muchas formas diferentes y ya tiene una idea firme y formada de cómo es su plato. En este caso, es mejor dejarse aconsejar por él y aportar pinceladas sobre su plan original. Será raro que un Chef presente de una forma inadecuada su plato. Aunque puede ocurrir, no es lo normal.

La obra de un chef con Estrellas Michelín

Son un caso aparte y que depende del ego más que otra cosa. Son artistas, se han hecho a si mismos y han desarrollado de forma minuciosa sus platos, su creación, todo un itinerario desde que nace la idea hasta que surge la obra, un plato con estrella. El Chef, ya tiene claro cómo se verá, ha estado pensando en su plato de mil maneras, lo ha visto desde todos los ángulos y ya conoce cuál es mejor. Cada Chef es diferente, unos más abiertos a opiniones ajenas y cercanos, en cambio otros son más «divos» y prefieren mantener su idea intacta, tal cual ellos la han imaginado. En cierta manera encuentro demasiados paralelismos con la profesión de fotógrafo.

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Nuestro encargo

El Cliente, Food Truck Madrid. Un restaurante de comida norteamericana ubicado en el centro de Madrid, una hamburguesería Gourmet regentada en este caso por dos socios, por un lado, el director y por otro, la Chef. Estaríamos claramente ante el segundo tipo de cliente, habrá pasión y mucha colaboración por su parte, buena sintonía y muchas ganas de hacer cosas interesantes. El Briefing de cliente es sencillo, necesitan mostrar al Público su mejor hamburguesa gourmet. Una receta original propia y que ya les han copiado en otros restaurantes, pero con peores resultados. El objetivo es demostrar que su hamburguesa no sólo es la primera, sino que es la mejor y que sus productos son orgánicos y de la máxima calidad. Un producto de mercado que no esconde nada.

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Nuestra propuesta es hacer un trabajo fotográfico en el que podamos mostrar la hamburguesa de una forma apetitosa, pero que a la vez nos explique, nos cuente todo eso que el cliente necesita. Proponemos hacer una separación de los ingredientes dejando la hamburguesa en estado de levitación ingrediente a ingrediente, como si estuvieran flotando. Con esto conseguimos dos objetivos en una misma acción. Por un lado, vamos a mostrar todo el contenido de la hamburguesa sin que nada se oculte, junto con el eslogan ‘¡En Food Truck no escondemos nada!‘ O una frase similar que el script de agencia aportará posteriormente. Por otro lado, el hecho de que el producto esté flotando nos cuenta que no es una comida pesada como se suele pensar, sino que es sana, y con una connotación de placer importante. El subconsciente relaciona la levitación con la entrada en estado de éxtasis. Pensamos que es una buena idea, y al exponérsela al cliente, éste queda encantado y nos da luz verde para realizar la sesión.

Cómo hacerlo

Para los trabajos de fotografía gastronómica lo principal es poder llevar tu estudio a cualquier parte. Para ello, usamos los Profoto B1X con dos baterías. Se trata de un flash autónomo que no requiere enchufarse y que trabaja con baterías de alta capacidad. Nos permite trabajar con luz de modelado para ver cómo quedará la luz sin disparar una foto, algo esencial. Como modificador usaremos una ventana de 90×60 con GRID para evitar la contaminación de la luz. El espacio de trabajo que nos dejan es relativamente pequeño, y queremos evitar luces residuales contaminadas por los colores del entorno. Para controlar la relación de contraste usaremos un reflector Profoto de color blanco y plata colocado en oposición a la luz principal, como vemos en el esquema.

Además, tenemos un reto de montaje por delante. Gran parte de los proyectos fotográficos de producto y también de producto gastronómico suponen un gran esfuerzo en recursos de bricolaje. En este caso vamos a construir un doble bastidor en el que anclaremos con hilos de seda o sedal los elementos o ingredientes cocinados de la hamburguesa a fotografiar. La dificultad mayor está en cómo manipular estos alimentos sin que se deterioren, por eso es recomendable tener varias unidades de cada uno de ellos, lo que llamamos hacer un “casting” de ingredientes y usar solo lo mejor. Para sostener los ingredientes más pesados como la carne de ternera o la carne de costilla, usamos una miniplancha de acetato con chinchetas bajo ella para fijar la carne. Con mucho cuidado de mantener la tensión en los sedales para que las alturas de cada ingrediente fueran las adecuadas, un trabajo que requiere pulso de cirujano ya que hay riesgo continuo de que algo se caiga o se descoloque.

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Las fotos

Una vez todo queda montado, aplicamos un poco de maquillaje a los ingredientes. Uno a uno los vamos poniendo “guapos”: un poco de brillo al queso, y a la carne le damos un toque de soplete y brillo, un poco de salsa BBQ para las costillas… Detalles que hacen que el apetito surja en nuestras mentes al ver la imagen. Muchas veces nos preguntamos qué provoca el apetito. Yo lo tengo claro: los brillos, la jugosidad… En definitiva, la grasa es la causante de provocar esa sensación. Por eso una carne brillante o un queso derretido nos gusta más que un trozo de carne seca o un queso frío. El brillo nos aporta las ganas de comerlo. Teniendo esto en cuenta, trabajamos todos los elementos y jugamos con las texturas. Usamos patatas con bordes tostados, lo que en imagen se traducirá en un claro crujiente y este es el otro elemento que juega en nuestra mente para provocar el apetito: los alimentos crujientes son adictivos. Ahora entendemos por qué las patatas fritas nos vuelven locos, grasa que cruje. Para los ingredientes de pequeño tamaño hicimos fotos independientes, con el objetivo de montar después en postproducción. Pero como se ve en la foto la mayoría de ellos están en suspensión, tal como se ven en el resultado final.

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La postproducción

Una vez realizada la sesión y teniendo seguridad de que hemos capturado todas las imágenes necesarias, de que tenemos varias tomas de cada ingrediente independiente y de que hay suficientes para elegir, nos vamos al estudio y empezamos a trabajar en el revelado de las imágenes. Para ello contamos con Capture One 11, software con el que realizamos la sesión conectados a la cámara. Durante la misma sesión ya nos permitió hacer algunos ajustes y seguir disparando con ellos activos. Trabajar en modo Tethering es habitual en foto gastronómica. De hecho, es muy útil si queremos compartir imágenes con un cliente sin que éste se encuentre en el estudio con nosotros.

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Aplicamos ajustes de revelado similares para todas las imágenes. Las fluctuaciones serán prácticamente inexistentes, ya que la luz de los Profoto B1X que hemos usado es súper estable. Las diferencias vendrán sobre todo por el encuadre y el ajuste que queramos hacer nosotros para integrar las imágenes.

Una vez tenemos todo montado con las imágenes reveladas, en Photoshop CC2018 añadimos las patatas fritas, los pepinillos y la cebolla roja, que son los elementos que fotografiamos aparte uno a uno para componer. Para dar un mayor realismo aplicamos desenfoques ópticos a algunos de los elementos que queremos situar en la parte posterior, simulando la profundidad de campo. El resultado es muy creíble y realmente solo resta borrar los hilos de sedal para concluir el trabajo.

En total fue una sesión que duró algo menos de 2 horas para esta foto y que precisó de unas 4 horas más de postproducción. Espero que el resultado sea de vuestro agrado. Desde luego el cliente literalmente alucinó con él y con la resolución de la cámara, en este caso una IQ3 100MP Trichromatic de PhaseOne.

La imagen final

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Reservados todos los derechos. © Pablo Gil – Kamándula
Prohibida toda reproducción parcial o total sin el consentimiento escrito del autor.

Desde Think, queremos agradecer a Pablo Gil por su entrada y por su interés para formar a los jóvenes fotógrafos y fotógrafas. Esperamos que esta entrada os haya sido útil. Si alguno de vosotros se dedica a la fotografía gastronómica, sentiros bienvenidos de contarnos más sobre vuestro trabajo.

El fotógrafo

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El equipo

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Profoto B1X 500 Air TTL

Umbrella Deep Silver XL

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Phase One XF + IQ3 100MP Trichromatic

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